Hace unos meses tuvimos un gran incendio dentro de uno de los hornos de la empresa de cerámica que comparto a medias con mi marido. Toda una catástrofe de la que nos ha costado mucho recuperarnos tanto en el plano emocional como en el económico. Por suerte, el seguro cubrió gran parte de los daños, y hemos aprovechado para reformar el techo con una empresa de calidad como Cubiertas Estévez para que soporte mejor los cambios de temperatura. Además, hemos prevenido también para que esto no nos vuelva pasar. Principalmente hemos contratado con Ibertrónix, una ingeniería especializada en cámaras termográficas y en la medición de temperatura mediante sistemas termográficos y pirómetros infrarrojos y en la visualización en el interior de hornos, un sistema de medición infrarroja puntual así como la instalación de cámaras para el interior de hornos para que esto no nos vuelva a pasar. Eso sí, en lo emocional ha sido un duro golpe, justo cuando mejor estaba la compañía y teníamos intención de crecer. Animar a mi marido me está costando mucho, pero estoy obligándole a salir y a disfrutar de algo que le encanta: el arte. Y de eso os quería hablar, ya que tenemos la suerte de tener en Madrid obras italianas de entreguerras hasta junio.
La exposición de la que os hablo se llama “Retorno a la belleza. Obras maestras del arte italiano de entreguerras” (Paseo de Recoletos, 23). Se trata de una muestra compuesta por más de cien piezas, y articulada en siete secciones, de aquellos artistas italianos que, en las primeras décadas del siglo XX, volvieron su mirada a la tradición clásica como modelo para recuperar un tiempo dominado por los valores de la belleza y la armonía.
En la primera sección, Metafísica del tiempo y del espacio, se exponen obras de Giorgio de Chirico y Carlo Carrà, dos figuras imprescindibles de esta tendencia. De Chirico presenta objetos cotidianos mezclados con elementos clásicos, vaciados de estatuas o bustos que remiten a ese sentido de lo antiguo que gustaba al pintor. Por su parte, Carrà presenta el tema del bodegón con una interpretación metafísica, una composición de objetos cotidianos incoherentes.
Bajo el título Evocaciones a lo antiguo, confluye el grupo de pintores conocido bajo el nombre de Novecento, fundado en 1922 y compuesto por Mario Sironi, Achille Funi, Leonardo Dudreville, Anselmo Bucci, Ubaldo Oppi, Piero Marussig y Gian Emilio Malerba, entre otros. Pretendían romper el arte de vanguardia con sus obras, retornando a la esencia de la cultura italiana con un estilo monumental y arcaizante. Un ejemplo de ello es la obra de Sironi El arquitecto, 1922-1923.
La tercera sección de la muestra se denomina Regreso a la figura. En esta sección se evidencia la vuelta a los géneros tradicionales de la pintura y, en especial, al retrato, que se convierte en el protagonista de este período. Antonio Donghi, Ubaldo Oppi o Piero Marussig se unen al gusto por la figura en clave clásica, como se observa en las obras Las dos hermanas, 1929, o Mujeres con guitarras, 1927, de Massimo Campigli.
El interés y la representación del desnudo femenino están presentes en estos años, como se observa en la sección El desnudo como modelo, siendo Felipe Casorati uno de sus mayores exponentes. El caso del artista Cagnaccio di San Pietro es destacado porque realizó obras con un fuerte contenido social, aunque formalmente mantuvo las principales características de este período.
Las calles de las ciudades, los edificios, los puentes y la naturaleza son temas recurrentes de los artistas y están presentes en la siguiente sección, Paisajes. Los lugares donde se desarrolla la vida, ya sea rural o industrial, también adquieren gran relevancia e intentan despertar en el espectador un sentimiento de inquietud y, en muchas ocasiones, de melancolía. Una melancolía que surge, no por lo que se ha perdido, sino por lo que se adivina que no va a poder ser.
Esta mirada del paisaje tiene su contrapunto en la sección La poesía de los objetos, que es una manifestación de la naturaleza muerta y que refleja a la perfección Giorgio Morandi, que hace de este motivo el eje de toda su pintura.
Cierra la muestra Las edades de la vida, una sección en la que temas como la maternidad, la senectud y la infancia son motivos comunes en la pintura italiana de este periodo histórico. Destaca de forma considerable la obra Retrato de Renato Gualino, de Felice Casorati. El pintor, a través del joven representado cual príncipe del Quattrocento por su gesto y su porte, rinde un homenaje a los retratos italianos del Renacimiento.
Obras de diferentes particulares y multitud de museos
La muestra ha sido organizada en colaboración con el Mart, Museo di Arte Moderna e Contemporanea di Trento e Rovereto, y cuenta con préstamos de numerosas colecciones particulares e instituciones internacionales, entre las que cabe destacar la Pinacoteca di Brera, el Museo del Novecento de Milán, el Musée d’Art Moderne de la Ville de París, la National Gallery de Praga o el Museo Morandi, entre otros.