La ciencia y la tecnología no paran de crecer y de surtir de todo tipo de avances a la sociedad. Cada día podemos ver, en diferentes medios de comunicación, más y más productos que son inventados por especialistas y que se revolucionan el mercado y, en ocasiones, la vida de las personas. Sin duda alguna, este es uno de los mundos más fascinantes que competen al ser humano.
Los usos de cada uno de esos inventos son múltiples, y eso nos permite hacer cosas que ni soñábamos hace apenas unos años. Por eso hay que estar informado de manera permanente acerca de los nuevos artilugios que copan el mercado y que nos sorprenden en incontables ocasiones.
Y vaya si nos sorprenden. En una ocasión, uno de estos nuevos ‘cachibaches’ me dejó alucinado. Yo soy socio fundador y director de un club de ciclismo en un pueblo de Toledo. El club tiene ya varios años y cuando comenzamos lo hicimos de una manera muy humilde, casi sin material y con un presupuesto bastante pobre, puesto que las partidas de nuestro Ayuntamiento se destinan a fútbol y baloncesto, principalmente.
Muchos clubes de ciclismo, también en una situación parecida a la nuestra, decidían grabar vídeos para autopromocionarse. Creí oportuno que nosotros siguiéramos también esta fórmula y primero compramos una pequeña cámara que grabara a varios de nuestros socios durante una ruta. El vídeo tuvo éxito y comenzamos a tener fama en el pueblo y en la provincia. Hasta entonces, el objetivo estaba cumplido.
Pero a mí me parecía bien ir más allá. La cámara ofrecía buenos planos y era aceptable, pero había que complementar sus planos con algo que hicieran todavía más ricos los vídeos y que tuvieran por tanto más éxito. Lo tenía muy claro: quería comprar una microcámara para situarla en un dron. De este modo conseguiría planos muy abiertos de desde un punto alto y en el que se vieran las bicicletas de todos los socios mientras salíamos de ruta.
El problema es que no sabía dónde comprar uno de esos drones. Por eso, pregunté a algunos de los socios del club y, además de dar por buena la idea, me recomendaron www.modeltronic.es, una página web en la que encontraría ese tipo de productos y, según añadieron, a un magnífico precio.
Contacté con los gestores de esa empresa y compré uno de sus drones. Instalé la microcámara y en la ruta siguiente ya pude utilizarlo y manejarlo desde el coche con el que salíamos. La verdad es que resultó perfectamente útil y manejable, mucho más de lo que me esperaba en un principio. Y es que, como apuntaba antes, la tecnología es capaz de revolucionar nuestras vidas. Con los planos obtenidos desde el dron, el siguiente vídeo que montamos resultó espectacular. Lo publicamos en diferentes redes sociales como Facebook y conseguimos todavía más fama y socios. Tanto fue así que el Ayuntamiento recientemente nos ha concedido por primera vez una subvención, toda una proeza que nos permitirá seguir trabajando para convertir al ciclismo en el deporte rey de nuestro pueblo.
El dron, camino de ser el rey del viento
Cada vez es mayor el número de estos aparatos que se encuentran a la venta. Una legislación más adaptada permite su uso (siempre de manera responsable) y eso está permitiendo que el dron se haya convertido en algo más que un trasto. La Agencia Española de Seguridad Aérea ha cifrado en unas 1.000 las navas no tripuladas que cuentan con licencia en nuestro país, lo que está permitiendo la consolidación de un sector que en 2016 espera terminar de dar el salto.
Reino Unido ya supera las 1.300 naves, Francia se consolida como la primera potencia del Viejo Continente con unas 2.100 y Estados Unidos, una vez más, es líder mundial con alrededor de 2.7000 unidades.