A raíz del atentado terrorista del 17 de agosto en las Ramblas de Barcelona, la situación social y política catalana se ha visto muy afectada, llegando a ser un punto de eclosión para el debate independentista.
De hecho, la Confederación Española de Agencia de Viajes (Ceav) ha declarado la necesidad de que los políticos se pongan de acuerdo sobre la situación catalana y es que «el daño sería no sólo para el turismo catalán, sino también para el resto del mercado turístico español».
En declaraciones en la Cumbre Mundial de Asociaciones de Agencias de Viajes, el presidente de Ceav, Rafael Gallego, alerta de la importancia de un panorama político estable y de que la situación catalana afecta no solo a Cataluña sino a todo el turismo a nivel nacional «si uno de tus destinos tiene problemas, los sufrimos el resto, son una consecuencia directa.»
A raíz de estos acontecimientos en el escenario político y social, el comercio empieza a dar señales de mal estar.
Por otra parte, a raíz del atentado las reservas tuvieron caídas significativas según BRIC Consulting, y la ocupación pudo mantenerse sobre el 90% ya que se aplicaron importantes descuentos en algunos hoteles céntricos y próximos al Barrio Gótico.
Precisamente, el Barrio Gótico es una de las zonas de alojamiento predilectas con Hoteles exclusivos como el Hotel Mercer Barcelona, un hotel boutique que busca precisamente exclusividad y ofrecer una experiencia única a sus clientes, y tanto este como otros hoteles de la zona pueden verse afectados por esta situación.
Razones de la Turismofobia en Barcelona
Si bien, al encontrarnos en un agitado panorama desde el punto de vista político esto está afectando significativamente a muchos negocios turísticos de la Ciudad Condal, otra de las razones es la llamada “turismofobia”.
Este es un fenómeno que refleja el malestar de muchos barceloneses, que han visto como su día a día se ve alterado por la masificación turística y sus inconvenientes. Y es que, no todos son ventajas al vivir en el centro de una de las ciudades más turísticas del mundo.
Mucho más cuando aplicaciones nuevas como AirBnB, generan una extraña situación demográfica en la ciudad, en la que muchos caseros y caseras prefieren alquilar sus viviendas mediante esta plataforma y a turistas que a personas que quieran vivir en la ciudad por periodos más prolongados.
La falta de regulación de esta plataforma, pensada inicialmente en un sentido de economía colaborativa y como opción alternativa para hacer más asequible la posibilidad de viajar, empieza a transformar nuestras ciudades, siendo Barcelona, la ciudad española en la que esto se hace más visible.
Por ello, la reacción de muchos barceloneses era de esperar, con lo que muchos realizan pintadas y acciones contra los turistas que no son una buena carta de presentación.
Si bien, siendo el Turismo uno de los principales sectores de nuestra economía, estas quejas y manifestaciones acogen otra dimensión. Y es que, en definitiva, no se trata de una fobia contra el turismo en sí, sino contra sus abusos.
Por ello, la llamada de atención de muchos ciudadanos de Barcelona se refiere a los inconvenientes de un turismo sin control. De hecho, en una de las últimas encuestas entre la población de Barcelona, el impacto que supone el turismo en sus vidas se ha convertido en una de las principales fuentes de preocupación.
Por un lado, es innegable el efecto positivo en nuestra economía, ya que genera nuevos puestos de trabajo y los turistas gastan dinero siendo un importante motor de nuestra economía. Ahora bien, si este turismo no se controla podemos generar ciudades escaparate, donde las personas de la ciudad ya no solo no pueden permitirse vivir en el centro sino que prefieren no hacerlo por estar este masificado de turistas.
No cabe duda, de que se trata más bien de una apuesta por replantear el modelo turístico y regular la situación que se está descontrolando y generando situaciones insostenibles para muchos ciudadanos.
Para muchos, hoy por hoy, el turismo empieza a ser beneficioso únicamente para los propietarios de inmuebles, y para muchos ciudadanos convertir su ciudad en un escenario turístico no es sostenible ni aceptable.